martes, 18 de noviembre de 2014
PÍO BAROJA Y EL CONTEXTO EN QUE SE ESCRIBIÓ EL ÁRBOL DE LA CIENCIA (1911)
1. Contexto histórico-cultural. La crisis de fin de siglo
Entre los años 1890 y 1914, aproximadamente, se producen una serie de profundos cambios sociales y culturales en todo el mundo occidental. Es lo que se ha llamado la crisis de fin de siglo, cuyos rasgos más característicos serían los siguientes:
• Grandes progresos técnicos y científicos.
• Rápido crecimiento industrial (segunda revolución industrial).
• Auge de la burguesía (la belle époque), que se convierte en la clase dirigente.
• La clase obrera, cada vez más numerosa, se organiza para defender sus intereses frente a la burguesía.
• Se extienden las teorías socialistas y anarquistas.
• Crisis del positivismo y del racionalismo: se duda de que la ciencia y la razón humanas basten por sí solas para explicar y conocer el mundo. Como consecuencia de ello, surgen corrientes irracionalistas y vitalistas, que intentan explicar la vida desde una perspectiva subjetiva e individualista: Schopenhauer (el mundo y el individuo están regidos por una voluntad ciega e irracional), Kierkegaard (con sus ideas en torno a la angustia vital), Nietzsche (que exalta los impulsos vitales sobre la razón y el intelecto).
Esta etapa se cierra con la Primera Guerra Mundial (1914).
En España se producen, además algunos hechos que merecen destacarse:
• El desastre del 98, con la pérdida de las últimas posesiones coloniales: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
• Atraso general del país, que necesita, según la opinión de numerosos escritores e intelectuales, una regeneración.
• En lo político, continúa la alternancia en el poder de los partidos liberal y conservador, con los núcleos rurales sometidos al control de los caciques.
2. Modernismo y Generación del 98
La crisis de fin de siglo dio lugar en España supuestamente a dos movimientos: el Modernismo y la Generación del 98. Esta diferenciación, que se mantiene por razones didácticas, ha sido siempre muy discutida. Para algunos, existe un único movimiento literario, el Modernismo, que es la expresión del cambio de sensibilidad en la cultura española de fin de siglo. Desde este punto de vista no habría razón, por tanto, para hablar de generación del 98.
Para otros, en cambio, aunque modernistas y noventayochistas pertenezcan a la misma generación histórica, existen diferencias suficientes entre ellos como para no incluirlos en el mismo movimiento: el Modernismo se asocia con la preocupación estética y el refinamiento artístico; el 98, con una orientación más intelectual y filosófica (el problema existencial, el tema de España…).
3. La Generación del 98
El término Generación del 98 se debe a Azorín, que lo propuso en una serie de artículos de 1913 para referirse a un grupo de jóvenes escritores que habían empezado a publicar hacia finales del siglo XIX. Contemporáneos de los modernistas, compartían con estos una misma actitud de protesta contra la sociedad y contra el estado de la literatura, pero sus preocupaciones eran otras: el problema de España y cuestiones filosóficas, básicamente.
Aunque no hay acuerdo en la lista de escritores que pertenecen a esta Generación del 98, discutida por muchos, los nombres más relevantes son los siguientes: Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Antonio Machado y Valle-Inclán.
Como hechos que permiten hablar de generación literaria, merecen destacarse los siguientes:
• Escasa diferencia de edad: todos nacieron entre 1864 –Unamuno- y 1875 –Machado-.
• Relaciones personales entre ellos: Azorín, Baroja y Maeztu formaron el grupo de Los Tres, con el que firmaban sus colaboraciones; todos frecuentaban los mismos ambientes y tertulias; algunos –Unamuno, Azorín, Baroja- adoptaron posturas revolucionarias, socialistas y anarquistas en su juventud.
• Un acontecimiento generacional que los une: el desastre de 1898, año en que España perdió sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Este hecho, además da nombre a la generación.
• Entre los precursores del movimiento cabe mencionar a los regeneracionistas, preocupados por sacar a España de la decadencia en que se encontraba (Joaquín Costa, entre otros), y a Ángel Ganivet, autor, entre otras obras, de Idearium español, un breve ensayo sobre la psicología del pueblo español.
3.1. Características de la Generación del 98
Como rasgos distintivos que podrían caracterizar como grupo homogéneo a los escritores reseñados arriba, destacan los siguientes:
• Su preocupación por el problema de España. Coincidiendo con el desastre del 98, se había extendido por todo el país una sensación generalizada de crisis y decadencia. Sin embargo, frente a los problemas concretos y prácticos, económicos y sociales, los autores del 98 buscaron en general respuestas abstractas y filosóficas. Es decir, el tema de España les interesaba especialmente en el plano de las ideas y creencias. Por eso buscan la esencia de lo español en el idioma, en la tradición, en la literatura medieval, en las vidas de las gentes sin historia o en el paisaje castellano.
• Las preocupaciones filosóficas. Cuestiones como el sentido de la existencia o el destino del hombre son fundamentales en muchas de sus obras. Estos temas derivan de la gran influencia ejercida en todos ellos por filósofos del XIX como Schopenhauer, Nietzsche y Kierkegaard. Algunas obras de Unamuno o Baroja son claros antecedentes del existencialismo europeo.
• Unas mismas inquietudes literarias: crítica del Realismo; búsqueda de un lenguaje preciso y natural, alejado del barroquismo y la retórica de buena parte de la literatura del XIX; innovaciones en los géneros literarios, particularmente en el ensayo y la novela.
3.1.1. El estilo narrativo de la Generación del 98
La técnica estilística de la novela se vio, como acabamos de decir en el apartado anterior, particularmente afectada por el talante reformador de la generación. Seguidamente mencionamos las novedades más relevantes:
• El rechazo de la expresión retórica y grandilocuente. Proclaman la necesidad de un retorno a la sencillez y a la claridad, pero sin perder la fuerza expresiva.
• El alejamiento de los procedimientos típicos del Realismo y el empeño en expresar las emociones que la realidad provoca en la intimidad del autor.
• La tendencia a la precisión léxica, a la elección de la palabra justa. Muchas veces buscan vocablos que resultan extraños por su sabor local o arcaizante. El léxico se impregna de valoraciones subjetivas que desvelan sus sentimientos íntimos.
• La preferencia por la oración breve, el párrafo corto y la expresión natural.
• La presencia de estilos personales muy diferenciados.
EVOLUCIÓN DEL GÉNERO NARRATIVO DEL REALISMO
A LOS AUTORES DE LA GENERACIÓN DEL 98
NOVELA REALISTA
NOVELA DEL 98
La realidad es el tema esencial; interesa más la realidad externa que la personalidad del autor. El tema principal es la visión que de la realidad tiene el autor.
El protagonista es la sociedad, la colectividad, no el individuo. El relato se centra en un personaje que focaliza toda la acción.
El narrador es omnisciente, pero relativamente objetivo e imparcial. El autor está omnipresente: a través del narrador manifiesta sus ideas y opiniones acerca del tema tratado.
Estilo extremadamente detallista y minucioso. Estilo sobrio, con escasos recursos retóricos
La técnica de descripción es detallada y relativamente objetiva, como consecuencia de la observación de la realidad. Se describe la realidad desde una perspectiva personal. La técnica descriptiva es subjetiva e impresionista.
El léxico tiende a ser denotativo y desapasionado. El léxico suele ser valorativo. Abundan los localismos y los arcaísmos.
Relatos amplios y densos. Preferencia por relatos más breves
Uso de párrafos extensos y oraciones largas. Uso de párrafos cortos y oraciones breves.
4. Pío Baroja
Pío Baroja y Nessi nación en San Sebastián en 1872. Estudió Medicina en Madrid, profesión que ejerció por poco tiempo en Cestona (Guipúzcoa). Después se ocupó de un negocio familiar –una panadería-, que abandonó para dedicarse exclusivamente a la literatura y al periodismo. Consagrado como un escritor de éxito, su vida transcurrió entre Madrid y su casona de Itzea, en Vera de Bidasoa, con frecuentes viajes por España y Europa (durante la guerra civil vivió temporalmente en Francia). Murió en Madrid en 1956.
Los rasgos más destacados de la personalidad de Baroja son su visión pesimista de la vida y el mundo (por influencia de sus lecturas de Nietzsche y Schopenhauer), su actitud individualista y solitaria, su carácter inconformista e independiente y su escepticismo radical acerca de la religión, la política y la sociedad.
4. 1. Su concepción de la novela
Baroja, autor de más de sesenta novelas, expuso con frecuencia sus opiniones sobre la novela:
• La novela debe basarse en la observación directa de la realidad, pues el arte es inmensamente inferior a la vida (lo cual no quiere decir que el novelista no pueda imaginar personajes o intrigas).
• La novela ha de ser abierta, “un saco en el que cabe todo”, según sus propias palabras: acción, descripción de ambientes y paisajes, reflexiones intelectuales y filosóficas… Y, como la vida, ha de carecer de una estructura previa; por lo tanto, debe estar abierta a todos los acontecimientos y desarrollarse sin plan alguno. Todo ello con un único objetivo: entretener al lector.
Las novelas de Baroja están estructuradas generalmente en torno a un personaje central, inconformista o aventurero, que viaja constantemente de un lugar a otro. A su lado, multitud de personajes secundarios ayudan, por contraste, a definir o matizar mejor su personalidad.
Por otra parte, su estilo claro y sencillo, antirretórico, de frases cortas y párrafos breves, contribuye, junto con la abundancia de los diálogos, a crear la sensación de vida y naturalidad que transmiten sus novelas.
4. 2. Clasificación de sus novelas
El propio Baroja clasificó buena parte de sus numerosas novelas en trilogías, con un título que alude a algún rasgo común compartido por las tres. Esta clasificación, sin embargo, posee escaso valor, pues no siempre existe relación argumental o temática entre las novelas que forman parte de una misma trilogía. También se ha dividido su producción en tres etapas: la primera, y la más interesante, desde 1900 hasta 1912; la segunda, de 1913 a 1935; la tercera, a partir de 1935.
En la primera etapa destacan las siguientes trilogías y novelas:
• Tierra Vasca, a la que pertenece una de sus obras más celebradas: Zalacaín, el aventurero (1909), cuyo protagonista es uno de los típicos hombres de acción característicos de muchas novelas de Baroja.
• La vida fantástica, en la que sitúa Baroja su novela Camino de perfección (1902), cuyo protagonista encarna perfectamente el personaje abúlico y angustiado de la Generación del 98.
• La lucha por la vida, trilogía de título significativo en la que destaca La busca (1904), una de sus mejores novelas. Las tres tienen un mismo protagonista, Manuel Alcázar, y un mismo escenario: el Madrid de principios de siglo, ciudad a la que Manuel tiene que trasladarse cuando aún es un muchacho para ganarse la vida.
• La raza, a la que pertenece El árbol de la ciencia (1911), que Baroja consideraba su mejor novela.
• Las ciudades, en la que destaca César o nada (1910), cuyo protagonista, César Moncada, es un hombre de acción que fracasa en sus objetivos de reformar Castro Duro, localidad utilizada por Baroja como símbolo de España.
• El mar, en la que se incluye Las inquietudes de Shanti Andía (1911), otra de sus novelas más populares.
A la segunda etapa pertenecen las veintidós novelas agrupadas bajo el título de Memorias de un hombre de acción, protagonizadas todas por Eugenio de Aviraneta, personaje aventurero, tío abuelo de Baroja, que había vivido en el siglo XIX.
De entre los libros de la tercera etapa, destacan los siete tomos de sus memorias personales, con el título de Desde la última vuelta del camino (1944-1949)
Baroja es autor también de numerosos cuentos, entre los que sobresalen los reunidos en Vidas Sombrías.
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